EDUCACIÓN

Desigualdad, injusticia social y educación

Por  MSc. Juan Arroyo C.

“Mientras que la pobreza, la injusticia y la desigualdad existan en nuestro mundo, ninguno de nosotros podrá realmente descansar”. Nelson Mandela.

Millones de personas viven en condiciones de pobreza en el mundo, producto de la corrupción, desigual repartición de los recursos, el poder y la falta de oportunidades. Numerosas familias sobreviven con menos de 1,90 dólares diarios, según datos del Banco Mundial. Los niños menores de cinco años son las principales víctimas del hambre, desnutrición y enfermedad.

Hay millones de niños en las aulas escolares que manifiestan comportamientos inadecuados, dificultades en lectura y escritura, inconvenientes para la aplicación de habilidades analíticas, de comprensión e interpretación en la resolución de problemas lógicos matemáticos. Si bien es cierto, el fracaso o bajo rendimiento estudiantil puede obedecer a causas congénitas, familiares, un defectuoso sistema educativo o el entorno social; No hay que dejar de lado las secuelas de una niñez vivida en penuria, hambre y enfermedad.  “Indudablemente los niños cuyas vidas han sido destrozadas por el hambre, la pobreza y la enfermedad no están equipados para desarrollar su potencial educativo” (UNESCO EPT 2009, p.27).

El daño ocasionado por la ingesta insuficiente de calorías se ve exacerbado por la insuficiencia de nutrientes. Los micronutrientes como el yodo, el hierro y la vitamina A causan un efecto profundo en el desarrollo de un niño. Por ejemplo, la deficiencia clínica de yodo es la causa principal de retraso mental. Limita el desarrollo del sistema nervioso central, dando como resultado una pérdida promedio de aproximadamente 13 puntos del coeficiente intelectual. La anemia por deficiencia de hierro, que aqueja al 47% de los niños en edad preescolar, afecta la concentración y aumenta la vulnerabilidad a las enfermedades infecciosas (Black et al,. 2008; Grantham-McGregor et al,. 2007, citados por UNESCO EPT, 2009, p. 50).

Stoch y Smythe, fueron los primeros en formular la hipótesis relativa a que la desnutrición durante los primeros dos años de vida, podría inhibir el crecimiento del cerebro y esto produciría una reducción permanente de su tamaño y un bajo desarrollo intelectual; los primeros dos años de vida no solo corresponden al período de máximo crecimiento del cerebro, sino que al final del primer año de vida, se alcanza el 70% del peso del cerebro adulto, constituyendo también, casi el período total de crecimiento de este órgano (Leiva et al., 2001, p. 7-11)

Como se puede observar, el cultivo de potencialidades en los niños, no es efectivo cuando padecen deficiencia en el estado nutricional y de salud, factores de suma importancia para la enseñanza, y que avalan la necesidad urgente de mirar la educación de forma más amplia e integral, no solo desde el ángulo de un modelo pedagógico, concreción curricular, profesionalización docente, equipamiento e infraestructura, sino centrar la atención también en las condiciones de vida del estudiante, su entorno familiar y social, su alimentación, su acceso al agua potable, en fin, aspectos a considerar si se aspira romper las brechas de desigualdad e injusticia social, tan promulgadas por los Estados, organizaciones, líderes y políticos, pero que aún la eliminación sigue en deuda.

La desnutrición infantil es una deuda mundial letal, de derivaciones irreversibles y de muerte. Así lo menciona la siguiente nota: El Instituto de Salud y la Superintendencia de Salud de Colombia revelaron que en el departamento de la Guajira han ocurrido hasta el momento 38 muertes de niños de la etnia wayuu menores de cinco años, por falta de alimentación, desnutrición y carencia en la prestación de servicios. Betty Martínez Arpushana, madre de seis niños wayuu, comentó que “a veces solo comen al mediodía, y al día siguiente no tienen para comer, solo comen una sola vez al día, a veces comen desayuno y no comen almuerzo, o si tienen un poquito para la noche le dan y si no tienen pasan todo el día así, eso es lo que le pasa a los niños en las rancherías” (El Espectador, citado por TeleSUR-vp-MM, 25/09/2018).

En el Ecuador la desnutrición arremete contra las familias más pobres, “Casi tres de cada 10 niños ecuatorianos menores de cinco años, unos 300 mil, presentan bajo peso y altura para su edad debido a deficiencias de nutrientes básicos, lo que causa daños irreversibles en su desarrollo” Vistazo (2018). Las fuentes oficiales del INEC a junio de 2018, revelan las cifras de pobreza 24,5/% y pobreza extrema 9,0%, con ingresos que van de $84,72, y $47,74 mensuales por persona respectivamente, dinero insuficiente para cubrir la Canasta Familia Básica de 710, 76 dólares americanos a agosto de 2018(INEC), sin sumar los gastos por acceso a servicios de salud y educación. Un contexto de pobreza y pobreza extrema en el que se arraiga el hambre, las enfermedades y la malnutrición.

Es evidente, el sistema educativo ecuatoriano acoge a miles de niños con complicaciones de desnutrición que no desarrollan a plenitud todo su potencial, su condición de salud no se los permite, por lo que es imperioso realizar estudios e investigaciones en la educación relacionados con nutrición, alimentación, salud, acceso a servicios básicos y empleo familiar, asociados al rendimiento académico, comportamiento, y deserción escolar. La intención es llevar a cabo intervenciones eficientes para salvaguardar el estado físico, psíquico y emocional de los menores, mejorar la calidad de educación, y reducir los índices de pobreza, enfermedad, hambre y desnutrición.

Es de justicia canalizar más inversión pública y privada en los sectores sociales golpeados por la pobreza, el hambre y la enfermedad, mediante la generación de empleos, mayor cobertura de calidad en salud, nutrición, educación y servicios básicos de agua potable, alcantarillado, manejo de desechos sólidos y líquidos.

Emprender la atención a los más pobres es clamor de humanidad, no se puede estar tranquilo mientras haya familias viviendo en completa indigencia o privados de los elementos fundamentales de subsistencia. No se puede estar tranquilo mientras haya niños en el mundo muriendo de hambre y de desnutrición. Estaremos tranquilos cuando sea erradicada la pobreza, haya alimentos, salud, educación, y oportunidades para todos.

Bibliografía

UNESCO, (2009). Informe de Seguimiento de la EPT Educación para Todos en el mundo. Superar la desigualdad: por qué es importante la gobernanza. , p.  27 y 50.

Leiva, B., Inzunza, N., Pérez, H., Castro, V., Jansana, J., Toro, T.,… Almagiá, A. (2001). Algunas consideraciones sobre el impacto de la desnutrición en el desarrollo cerebral, inteligencia y rendimiento escolar. Archivos Latinoamericanos de Nutrición.

TeleSUR-vp-MM, Caracoltv-El Espectador (2018). Van 38 niños muertos por desnutrición en la Guajira colombiana. Recuperado de www.telesurtv.net/new/aumentan-muertes-ninos-wayuudesnutricion-guajira-20180925-0010.html.

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