Por MSc. Juan Arroyo C.
En la sociedad no existen dos personas idénticas, con las mismas capacidades, intereses, actitudes o retos. También en la escuela no hay dos estudiantes iguales. Cada uno posee su propia manera de ser, su estilo y su ritmo de aprendizaje, de motivación, sus intereses y su curiosidad ante el conocimiento. En su trayectoria escolar algunos estudiantes van a presentar en los aprendizajes iniciales o superiores dificultades en la lectura y escritura. En este contexto, para superar las dificultades de la lectura en los estudiantes es necesario un entorno escolar inclusivo que desarrolle potencialidades en el marco de la cooperación eficaz, respeto y la convivencia armónica.
Los alumnos que, […], presentan dificultades en el acto de leer y sus habilidades lectoras no les son útiles para aprender, sufren en el contexto escolar. Evidencian, en muchas de las actividades escolares, su ineficiencia para resolverlas, lo cual les genera frustración, afecta a sus potencialidades, a su auto estima, a su capacidad de esfuerzo, a su participación en clase. A menudo esta especificidad influye de forma importante en la imagen que la familia, el profesorado y otros adultos construyen sobre ellos. No obstante, lo más importante es tener curiosidad por conocerlos, por saber cómo aprenden, querer investigar sobre ellos para poder enseñarles y adecuar nuestras ayudas. Es necesario no tener prisa en etiquetarlos, en poner un nombre a su manera de ser: disléxico, disortográfico, con retraso en el desarrollo y el aprendizaje, con lateralidad cruzada o lento, como si estas definiciones fueran suficientes para describir la forma de ser de nuestro alumno (Gispert y Ribas 2010, p.14, 15 y126).
La educación inclusiva debe ofrecer a todo el estudiantado, sin distinción, la oportunidad de aprender dentro del aula con los compañeros, de participar en las mismas situaciones de enseñanza-aprendizaje, que se planifican de forma diversificada para ofrecer respuestas a las distintas necesidades de los alumnos del grupo. Formándose en un entorno inclusivo aprenden a tolerar sus diferencias, a demostrar sus habilidades y a pedir ayuda cundo lo necesitan. No debe perderse de vista que las situaciones educativas y sociales en las que nuestro alumnado participa, determinan de una manera importante el desarrollo de sus distintas capacidades y de sus posibilidades de adaptación e integración futura en la sociedad (Gispert y Ribas 2010, p.14).
El saber de cada día se acumula cuando dicho alumno con dificultades de lectura y escritura se enfrenta a una nueva situación de aprendizaje, trabaja en clase con sus compañeros, juega en el patio, cuando va a la piscina o va de excursión. Este conocimiento es indispensable para planearse y decidir qué objetivos educativos son los más necesarios para su desarrollo.
Superar las dificultades lectoras por parte de los estudiantes si es posible, escenario en el cual la tarea docente juega un rol fundamental. Una tarea que debe estar encaminada al desarrollo de habilidades, adquisición de nuevos aprendizajes, y la recuperación de confianza, en una acción pedagógica planificada, que promueva la cooperación armónica en el aula, y genere aprendizajes significativos de la lectura.
Fuente:
Gispert D. y Ribas L. 2010. Alumnos con Dificultades en el Aprendizaje de la Lectura. Colección Escuela Inclusivas: alumnos distintos pero no diferentes. Barcelona España.