Los profesores disponen de múltiples ocasiones y métodos para influir en la conducta social. Los momentos de recreo son tan convenientes y útiles como las actividades de clase para poner en práctica dichos métodos.
Estrategias pedagógicas:
– Hable acerca de los modelos con los que los niños desean identificarse (¿quién es, en tu opinión, un buen deportista?, ¿cómo lo sabes?, ¿cómo crees que llegó a ser un buen deportista?
– Al censurar un comportamiento inaceptable, explique el por qué. Sugiera otros comportamientos que hubiesen sido más deseables en esa situación concreta.
– Dedique tiempo a enseñar a los niños que existen formas aceptables e inaceptables de manifestar ira, cansancio, decepción, tristeza u orgullo. No dé a entender, mediante el castigo o la burla, que tales sentimientos no deben manifestarse de ningún modo.
– Escuche las alabanzas y críticas que un niño hace de los demás; de esta forma puede aprender mucho sobre los modelos del niño.
– Fomente y conceda oportunidades de juego, así como de otras interacciones sociales informales susceptibles de promover una conducta prosocial.
– Tome parte activa en las actividades de recreo y ocio infantiles. Éstas no deben considerarse como horas libres para padres y profesores, a menos que esté presente otro adulto.
– Proporcione múltiples oportunidades de intercambio social dentro de la clase. Algunas posibilidades son proyectos cooperativos, discusiones, debates, campañas y proyectos comunitarios.
– Esté atento a los posibles problemas que pueda tener un niño en casa, como agobios económicos, malos tratos o rechazo parental. Los profesores no son ni consejeros ni asistentes sociales, pero están capacitados para crear situaciones que puedan paliar algunos de los efectos devastadores de dichos problemas.
– Estimule a los estudiantes para que establezcan y acaten reglas de juego.